A la hora de establecer los procesos de mejora en la atención a las personas mayores, los actores hacia los que dirigir las acciones para el cambio es diverso, además del propio afectado por el proceso de envejecimiento y/o la patología asociada. Las mejores decisiones de cambio deben llegar avaladas por la búsqueda y aplicación de las buenas prácticas ya contrastadas.
Las previsiones epidemiológicas referidas a personas con demencia en los próximos decenios obliga a dar respuesta a algunas preguntas con el fin de hacer frente a nuevos retos en cuanto a la asistencia y a la prevención; haciéndolo además con cierta diligencia para poder llegar a tiempo.
Teniendo en cuenta los datos de envejecimiento poblacional de nuestra sociedad es imprescindible tener en cuenta a este sector, también el que tiene que ver con los espacios que habitamos, con el diseño en lo cotidiano; no solamente porque un buen diseño aumenta la calidad de vida de las personas mayores, sino porque constituye, además, un elemento terapéutico de primer orden en personas con demencia.
En la actualidad ya es posible hacer el diagnóstico de alzhéimer antes de la aparición de los síntomas de demencia, lo que significa un impresionante avance que será de aplicación general cuando existan tratamientos eficaces para curar o retrasar el proceso de la enfermedad.
Cuando iniciamos el “año europeo del envejecimiento activo y la solidaridad intergeneracional” es necesario insistir en la oportunidad que el proceso de envejecimiento significa para incrementar la calidad de vida, para mejorar los niveles de salud y para prevenir enfermedades.